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"Las novilladas frente al presente taurino"


Las novilladas han saltado a la palestra. Se habla de que son el futuro de la Tauromaquia, cierto, pero también son un reflejo que permite comprender nuestro pasado. Últimamente, por desgracia para todos, es como si un manto de olvido se hubiera extendido sobre los festejos donde los aspirantes a torero se preparan para dar el salto al escalafón mayor. Varias cuestiones han hecho que se hayan relegado en la mayoría de los casos a un tercer plano en la planificación de ferias en beneficio del festejo popular (ojo, tan necesario como éstas).


La polémica en torno al Foro de Promoción, Defensa y Debate de las Novilladas tras las declaraciones de Jesus Hijosa, alcalde de Villaseca de la Sagra, ha hecho que las novilladas estén más vigentes que nunca. Algo se ha removido, bienvenido sea. Lo que está claro es que los festejos menores están en una asombrosa desigualdad. El sector taurino no ha sabido enfrentarse a la administración para reducir los costes como han hecho en otros ámbitos de la cultura y el deporte cuando se trata de ligas menores. Ese sector, convertido en un mediocre imperio con todas sus connotaciones, ha determinado el mandato del bolsillo lleno, caiga quien caiga, y con ello ha arrasado todo lo que no sean corridas de toros, y si pueden ser de figuras y toreros mediáticos en un pueblo, mejor. El mayor atraso que ha podido cometer la Tauromaquia.


Queda claro que no se ha puesto la suficiente atención en las novilladas con y sin picadores. Festejos con carácter de especificidad que contribuyen a reafirmar la afición de jóvenes y mayores en plazas de segunda, tercera y cuarta categoría. No se ha querido emprender análisis de comprensión para evitar la unilateralidad fundada en los beneficios económicos en detrimento del futuro inmediato de la Tauromaquia, y por ello se ha llegado a una aceptación irreal de un límite o muro para los festejos menores. Estoy seguro que vale la pena en estos tiempos de necesario activismo taurino de cara a los ataques externos, que se emprendan aventuras capaces de explorar porqués y contribuir a devolver y poblar las ferias de novilladas, seguro llegaría a mejor puerto el panorama del mundo del toro.


Reconocer las limitaciones, descubrir los vacíos administrativos, plantear nuevos caminos y reflexionar sobre refutaciones internas son los elementos centrales que un sistema obsoleto debe abordar para no tener miedo a los retos reales de las novilladas.


Si no se trabaja de una vez por todas, las consecuencias del abandono de las novilladas pueden ser catastróficas. Este invierno debería marcar el curso de la historia del festejo menor para los próximos años. En esta época las novilladas deberían ocupar un lugar de privilegio en la pirámide de la producción de afición a los toros. Ojala el sector profesional taurino tome medidas, se ponga a trabajar, y reconozcan el valor de estos festejos para dar la vuelta a la precaria situación y desarrollo que entre todos les hemos llevado. Hay materia prima, ahora análisis, investigación, y aportar soluciones para la salvación de un fenómeno tan importante para nuestro futuro como son las novilladas.



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