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La ilusión de los chavales


Decía el maestro Marcial Lalanda

Antiguamente, el novillero, en sus dos últimas temporadas como tal, toreaba toros grandes, para acostumbrarse e ir haciéndose al toro que luego tendría que matar.

Hoy, muchos novilleros que toman la alternativa torean muy bien, muy bonito, pero al encontrarse con las dificultades del toro más grande, más hecho, les va mal. (...) Un día les sale el toro difícil cuajado, y, como no están acostumbrados a resolver esas dificultades, se desconciertan.


Es muy importante la etapa de novillero, matando auténticos novillos-toros. No estoy de acuerdo del todo en que, en las novilladas, se reglamente tanto la edad y el peso de los animales. En las novilladas se deben lidiar muchos toros defectuosos. Parece algo inhumano, quizá, lo que digo, pero ese es el camino para aprender de veras la profesión (...)

No conviene precipitar a los chicos, que se prodiguen en plazas importantes ni facilitarles demasiado el camino. Se han de hacer en plazas menores, entre dificultades. Recuerdo haber toreado, en pueblos, novillos muy difíciles, y, al quejarme a mi hermano, que entonces llevaba mis asuntos, me respondió: "Así aprendes". Aunque parezca duro, tenía razón“


Centrándonos en esta tesis, desarrollada por el maestro Marcial, debemos advertir que en la actualidad en el mundo del toro hemos entrado en una dinámica basada en eufemismos baratos y populismos fáciles de vender por el propio sector y que solo interesan a unos pocos.

Dentro de estos términos quiero hacer alusión a un pleonasmo difícil de comprender, pero fácil de decir, la llamada “ilusión de los chavales”. Ilusión a la que apelan tantos taurinos y que es muy común sobre todo en el complejo mundo de las novilladas.


La denominada ilusión de los chavales se base en la teoría por la cual, los novilleros en todo tipo de plazas y con todo tipo de circunstancias, deben matar novilladas cómodas o “a modo” como las denominan los taurinos.

Está idea se basa en que los novilleros a base de torear novilladas más cómodas se van haciendo hasta dar el paso a matadores de toros.

Sin embargo, esta teoría, a día de hoy no se sostiene como ya enunciaba el maestro MARCIAL LALANDA. Cualquier chaval que quiere ser torero debe pasar por las dificultades de la profesión antes de dar el gran paso a matador de toros.

Un novillero con caballos deberá matar siempre que tenga las oportunidades necesarias todo tipo de ganaderías, encastes con su correspondiente trapío adecuado a cada uno de ellos. Ya que como sabemos no será igual el trapío de un novillo de Buendía, que el de un Atanasio o el de un Cuadri pero esto da igual. Los grandes entendidos sólo quieren domecqs con caras “toreras “y “bonitas “.

Además, esta teoría promulgada por un sector del denominado taurinísimo, solo responde a la búsqueda de una mayor comodidad por parte de algunos dentro del propio sector.


Por otra parte, esa falsa alusión a la denominada “ilusión de los chavales” que tan de moda circula por los mentideros taurinos, redes sociales y medios de comunicación, solo contempla una parte de la fiesta, es decir, el trapío de las novilladas.


A estos taurinos que se preocupan tanto por los chavales, nunca los importa si se cobra o no se cobra, si los profesionales torean por el boletín o no, si el novillero se lo pasa más cerca o menos. Lo único que los preocupa es si la novillada tal o cual es grande o pequeña.


Así cuando en un patio de cuadrillas, un plató de televisión o un mero coloquio, un taurino habla de “la ilusión de los chavales” hace referencia a su ilusión. Sí, a ese deber de las ganaderos de hacer la bolita en los pitones, de manipular las astas de los novillos, de lidiar erales en novilladas con caballo y otras vergüenzas del mundo de los toros.


Así mismo, no podemos negar el empeño de cierto sector por intentar imponer esta idea de fiesta y aplastar otra por unos pocos y absurdos intereses.

Al recordar la famosa frase, de la que hago eco en estas líneas solo quiero concienciar y advertir al aficionado, y recordar el verdadero significado de la misma.


Solo estoy participando en la defensa de un modelo de fiesta basado en la verdadera ilusión de los chavales, es decir, esa fiesta en la que todos los novilleros cobren los mínimos establecidos en el convenio taurino, que no tengan que poner para torear, que respeten su dignidad como toreros y la de los propios ganaderos.

Pero esto a los taurinos les da igual, ellos solo buscan con esa falsa “ilusión de los chavales” su propio interés y comodidad. Claro que “un pase de callejón siempre vale la pena”, pensaran.


Con todo ello y en contraposición de esta idea extendida entre los taurinos, debemos afirmar que al final si las cosas tienen importancia en el ruedo, el toreo se hace más grande, más valorado y el resultado es distinto como se ha demostrado en las distintas épocas del toreo y se demuestra en el escalafón taurino.


Por ende, por mucho que pasen los años, el maestro LALANDA seguirá teniendo razón.

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